miércoles, 25 de enero de 2012

IDAS Y VUELTAS, por Carlos Trillo

Dos frases de John Cheever, de sus Diarios, explicarían, creo, tanto mejor que yo este Entreactos. Una es esta:
“Cuando despertamos, todos somos hombres naturales, fanfarrones, cariñosos, esperanzados, pero el extraño de cara negra espera en la puerta, la víbora está enroscada en el jardín, el viejo susurra palabras lascivas en el oído del muchacho y la mujer, sentada a la mesa, llora”.
En el juego con el tiempo, en el hurgueteo constante de estas vidas reales, hay, por momentos, despertares esperanzados. Pero las sucesivas vigilias, repetidas, insatisfactorias, inconsistentes van opacando cada uno de los días de los personajes.
Lucas es un dibujante pero trabaja en Musimundo, Mariana no sabe qué quiere de la vida y pasa del amor de Lucas al de Gonzalo casi como una venganza. Gonzalo hace cine publicitario en España y se va anestesiando con el confort que este le suministra. Jazmín no espera gran cosa, todo lo que hay en el mundo es mejor que ese universo grasoso de la panadería en que trabaja.
Van y vienen, los cuatro. Sus historias no se presentan en orden cronológico. Por momentos parece que espiáramos por el ojo de una cerradura toda la tensión casi insoportable que hay bajo la superficie de esas existencias chatas.
La segunda frase de Cheever de la que les hablaba antes dice:
“Al mirar a mi alrededor, me parece encontrar una cantidad insólita de infelicidad y ebriedad. No tenemos indigencia, frío, hambre, soledad ni ninguna de las desdichas habituales: ¿por qué tantos de nosotros nos esforzamos por olvidar nuestra dicha? ¿Es la tendencia a la culpa y la venganza, inseparable de la naturaleza humana?”
Laura Vazquez se muestra virtuosa e implacable con las criaturas que nos cuenta. Los mira existir, no les da tregua, no les perdona nada. Observándolos, los define con precisión de navaja. Dante Ginevra organiza las secuencias, dibuja esas miradas de ojos agrandandos no por el asombro sino por una búsqueda de sentido que casi nunca encuentran. A cada uno le puso la cara que se merece.
Es en los entreactos donde no se recita el texto que hemos estudiado. Allí, seguramente, se encuentra la verdadera historia.

(prólogo a la edición argentina de Entreactos, Domus, 2008)

3 comentarios:

  1. Me mató. Todavía me acuerdo de esa vez en la que le pedimos el prólogo. Y él....tan generoso como siempre....

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  2. Que loco, esta historieta la compre hace menos de un mes en una libreria de Corrientes y Callao por dos pesos, era un comic que hace rato lo tenia en la mira, me gusto mucho, pero me llamo la atencion porque hace rato que no pago dos pesos por una historieta!!!!!

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