viernes, 24 de febrero de 2012

ENTREVISTA, por Laura Vazquez y Diego Agrimbau

Segunda parte de una extensa entrevista realizada a principios de 2002 y mayoritariamente inédita.

2.- Gustos, viajes y lecturas
- Sus preferencias en lecturas de historieta durante los años de dictadura y durante el gobierno de la transición democrática...

- Me gustan más las historias que las revistas. Hay muchos autores y dibujantes que me gustan. Pero tengan en cuenta que yo leo más literatura que historieta. No soy un seguidor fanático de los comics aunque tengo montones en mi biblioteca. Pero...¿qué leía?...¿había censura en la literatura, no?, tengo la sensación de que no se podía leer todo. Cuando dirigía SuperHum®, empecé a publicar a Osvaldo Soriano y era un autor que acá estaba prohibido. Pero Cascioli dijo: “si escribe acerca de cosas que no están prohibidas entonces está bien, podés publicarlo”. Me acuerdo que Soriano me entregó una nota sobre gatos, unas observaciones muy divertidas, de costumbres o de reflexión acerca de cosas que no ocurrían aquí, como –me acuerdo- un largo análisis acerca de la revista francesa “Le canard enchaine” –El pato encadenado-, vieja publicación anarquista de humor que ha sido y continúa siendo una herramienta de sangrienta y honorable sátira política. Más adelante, Soriano se incorporó editorialmente al staff y trabajó bastante tiempo en Hum®, y terminó participando en la gestación de la revista El Periodista, junto a Carlos Gabetta, Horacio Verbitsky y Rogelio Garcia Lupo.

- Sus primeros trabajos...

-Como autor, empecé haciendo “Un tal Daneri” con Breccia y “El Loco Chávez” con Altuna. Yo estaba en Mengano, una revista que fue algo así como un derivado de Satiricón, anterior a la salida de Hum®. Me acuerdo siempre que un editor llamado Julio Korn nos propuso a un grupo hacer la revista y la hicimos, apareció en septiembre de 1974, poco después de la muerte de Perón. Al mismo tiempo, me presenté a un concurso en el diario Clarín, año 75, y salió todo bien. Hasta entonces había trabajado siempre en agencias de publicidad para ganarme la vida, como creativo. Hasta que en 1972, Blotta me contrató para Satiricón, buscaba a alguien que tuviera conocimientos de publicidad, además de poder escribir notas y guiones. Entonces, hice notas y también historietas para Satiricón. Las historietas eran esas paródicas tipo Mad en las que Perón aparecía en una ventana disfrazado de Papá Noel. Los dibujos eran de Pérez D´Elia, un dibujante con el que más tarde hice una historieta para Skorpio, muy divertida, en la que aparecían Humphrey Bogart, Woody Allen, Orson Welles, Federico Fellini como detectives. La primera historieta que hice para Récord – y esto fue posterior a “Un tal Daneri” y a “El loco Chávez” - la dibujó Juan Giménez, una historieta horrible... los dos hicimos una gran cagada. Siempre cuando nos vemos decimos “¡qué nadie se entere!”.

- ¿Cómo surgió su vocación de guionista de historietas?

- Fueron un montón de casualidades. Me gustaba escribir, pero no me interesaba -y sigue sin interesarme-, “ser un escritor”. Será comodidad, andá a saber por qué motivo elegí este rinconcito en el que me siento tan cómodo. Si el cómic es un lenguaje marginal, yo no lo siento así. Me permite contar las historias que me gustan y desarrollar estilos, temas, maneras de narrar. Hago lo que me gusta porque me place y aún no sé bien por qué me place. Siempre fuí muy curioso y desde niño soy un ávido lector. Pero yo escribo, nada más.

- ¿Qué literatura lee?

- Me gusta Italo Calvino, Cortázar, Borges, muchos. Me interesa muchísimo el género policial. Y cuando creía que ya no iba a encontrar un autor que me interesara, después de leer a los clásicos, apareció Walter Mosley. ¿Han leído a Walter Mosley?

- No...

- Háganlo, hicieron la adaptación de una novela suya al cine en la película “El demonio vestido de azul”. También me gusta mucho el cine. Podríamos hablar horas del tema. Pero claro, esto es una entrevista para hablar de historietas. ¿En qué andábamos?.


3.- Revista Fierro y revista Humor: lecturas de dos publicaciones de La Urraca


- ¿Cuáles eran sus trabajos durante la etapa en la que se publicó Fierro?

- Yo había hecho cosas especialmente para editorial La Urraca, la editorial de Hum® y de Fierro, pero antes, las “historias mudas” y el “Ulises Boedo” que hicimos con Mandrafina salieron en SuperHum®, “Las Puertitas del señor López”, “Merdichesky”, habían ya aparecido en Hum® y SuperHum® respectivamente, en Hurra había hecho los guiones de “Marco Mono”, dibujada por Enrique Breccia. Todo eso fue anterior a Fierro. Pero en el período de Fierro yo no hice especialmente nada para la revista. Ellos publicaron cosas que yo había hecho para otros mercados, para editores de otros países. En general era material que yo había escrito para editoriales francesas e italianas y, en gran medida, para la española Toutain, que solía pagarnos adelantos interesantes para luego emprender la venta internacional de los materiales.

- Otros autores con los que dialogamos, sugieren que Fierro siempre fue una pérdida económica para la editorial. Es la opinión de Carlos Nine, por ejemplo. ¿Qué opina de ello?

- La revista Hum® vendía cifras enormes, arrancó con una venta de 40.000 ejemplares, llegó al cuarto de millón de copias vendidas y cerró porque no vendía nada. Es muy probable que Hum® haya sido una revista que financiaba proyectos que daban pérdida. La Urraca era una editorial muy rara porque apoyaba con ese boom editorial de su revista satírica, otras revistas, algunas condenadas a tiradas muy pequeñas como, por ejemplo, El Péndulo. Así era la gestión personalista de Cascioli. Hum® mantenía la estructura general de la editorial, incluso les permitió comprarse un gran edificio. Hum® comenzó siendo una revista que se editaba en un pequeño departamento de la calle Piedras y que llegó a ser una gran empresa editorial. Es una particularidad de este país que tanto en el humor como en la historieta, las revistas nacen como proyectos de autor. En casi todos los casos de las publicaciones reconocidas como no reconocidas públicamente esto es una constante. Un fanzine es editado por su autor, pero también lo fueron revistas de gran tirada como Hum®, Fierro, Tia Vicenta o Patoruzú. Tia Vicenta no podría existir sin Landrú; Patoruzú no podría haber existido sin Dante Quinterno; Rico Tipo sin Divito, ni Hum® sin Cascioli. Cuando aparece un editor relacionado con estos géneros en general es un tipo que tiene una gran creatividad en el medio. Si nos remontamos hasta el siglo pasado, tenemos a Cao, Mayol y a toda la banda de Caras y Caretas. No olvidemos el caso emblemático de Oesterheld con Hora Cero y Frontera.

- ¿Puede decirse que Fierro respondía a esta “empresa de autor” a la que alude o era más bien un producto que los autores idearon alrededor de Cascioli, en una palabra, lo convencieron para que edite la revista?

- Me parece que Cascioli se sentía autor de sus revistas. Si vos le aparecías con un proyecto firme él era capaz de inventar una revista para sacarlo adelante. En eso era un tipo muy emprendedor, pero también era un personaje muy complejo al que todos hemos amado y odiado por diversas razones que no vienen a cuento. (mañana, la tercera parte)

1 comentario:

  1. Tienen idea de si existe o existirá una edicion local o siquiera en castellano de neferu the cat?

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