sábado, 31 de marzo de 2012

ENTREVISTA, por Alejandro Aguado

Primera parte de una entrevista originalmente publicada en el blog de La Duendes en Mayo de 2009

Los comienzos de Carlos Trillo en el mundo editorial se remontan al año 1966, en las hoy emblemáticas revistas Patoruzú (formato vertical, que presentaba historietas de diversos géneros) o en la editorial de García Ferré. En esta última, además de escribir cuentos y notas siguiendo un estilo periodístico, escribió guiones para los personajes Antifaz, Hijitus, El Topo Gigio o una serie llamada La Familia Panconara.
En el año 1972 ingresó a la revista Satiricón, donde trabajó con los dibujantes Oswal, Horacio Altuna y Lito Fernández. El material que producían lo canalizaban principalmente en suplementos especiales de la revista, como Humor Chancho, Humor Político o Humor Negro, entre tantos otros.
Posteriormente, pasó a integrar las páginas de la revista Mengano, desde el número uno. Allí formó dupla con Horacio Altuna y Alberto Breccia, con quien realizaron la serie Un tal Daneri.
Dice al respecto de su trabajo con aquellos autores:
“Altuna era un compañero de trabajo, con Alberto tenías que tener cuidado con lo que pasaba (en referencia al guión), porque él se enamoraba de su dibujo y tenías que poner textos explicativos, porque no le interesaba más la secuencia. Entonces medio que tenías que explicar las cosas, no se podía secuenciar. Eso Altuna lo hacía muy bien.
Yo trabajé con muchos al mismo tiempo. El Loco Chávez y Las Puertitas del Señor López fueron muy conocidas, porque salían en revistas de tirada muy grande (contratapa del diario Clarín y revista Hum®). Las de La Urraca, en una época eran las que más se vendían, en la época de la dictadura militar. Hum® vendía 350.000 ejemplares y por eso todo el mundo las conoció y se las acuerda. Clarín era una gran vidriera, el diario que más se vendía. Tuvo un momento de esplendor la página de humor, fueron los primeros en poner humor nacional, fueron eliminando las tiras importadas, las fueron sacando para poner a Bróccoli, Viuti, Crist, Fontanarrosa. Entramos en una página que tenía mucha fuerza”.
Otra tira diaria realizada para el mismo diario, tras concluir la serie El Loco Chávez, fue El Negro Blanco, dibujada por García Seijas. El Negro Blanco se publicó entre noviembre de 1987 y septiembre de 1993. Su final, un tanto abrupto, fue determinado desde el mismo diario. El personaje también se publicaba en Italia y en Argentina fue compilado en diez tomos.
“El Negro Blanco se siguió publicando (en el exterior) porque teníamos un contrato. Las tiras se adaptaban para una publicación italiana. Los libritos que salieron acá están adaptadas al formato revista y con variedad en los globos.”
Del personaje El Loco Chávez también se editaron varios libros, compilando varias de sus etapas, como uno de 1989 realizado por Clarín-Aguilar, otro dentro de la colección de libros de historieta del diario Clarín y el más reciente de Doedytores. Al respecto se refiere:
“Ahora editaron el Loco Chávez con Doeyo. A las tiras, parece que Altuna las perdió, entonces trató de levantarlas de los diarios y no se pudo. Los diarios antiguos se arruinan mucho, entonces lo levantó de una edición italiana. Tuvimos que adaptarle los textos. El quería ponerle los textos originales, pero armado en página, el texto está lleno de reiteraciones. Se recuerda lo que pasó ayer. Si eso lo ponés en una página quedás como un estúpido. Tuve que hacer toda la adaptación del texto para que quedara legible. Para el segundo tomo le dije que me pase el texto en italiano para tomarlo de ahí. Yo lo había hecho en español, andá a saber dónde fue a parar, yo lo adaptaba para la publicación en Italia”.

-El Loco Chávez me parece una historieta que refleja los ´80.

-Puede ser ser, ¿no? Tiene que ver en cómo se vivía en esa época, en cómo se pensaba. Eran épocas difíciles, no se podía hacer ninguna reflexión política, había que tener mucho cuidado. Como los militares nunca se metieron con el sexo, el Loco Chávez corría atrás de las minas y eso no era problema. Pero si decías “las mandarinas están caras”, el comité de redacción lo miraba. Era bravo.

-¿Ustedes sufrieron la censura?

-No mucho, porque enseguida te das cuenta cómo funciona. Hum® era mucho más libre, pero tampoco podías decir “Videla está asesinando gente”

-¿Cómo es su trabajo en la actualidad?

-Trabajo mucho ahora, publico varios libros por años en Italia, España, Francia.

-Usted siempre tuvo mucha producción

-Si, pero en este período es menos, porque son cosas más complejas. El trabajo episódico que se hacían en una época, se hacían muchas historias de 12 páginas. Es fácil porque contás un cuentito atrás de otro. Ahora, cuando tenés que armar un libro en tres tomos cuya historia comience al principio y finalice al final y no hacer que termine nada hasta el final, tenés que armarla como una película. Es una cosa más larga, es como una novela. Tenés que tener muy estructurado el arranque.

-¿Con qué autores trabaja actualmente?

-Con los muchachos de aquella época, trabajo con Bernet que hago Clara de Noche y cada tanto hacemos una historieta para el mercado europeo. Con Mandrafina sigo trabajando mucho, y ahora estamos haciendo una serie de tres álbumes para un editor francés. Con Mandrafina hicimos muchas cosas que acá ni deben haber salido. Los Spaghetti Bros, que hay como tres mil páginas. Yo escribía 16 páginas por mes y Saccomanno 24 y se publicaba en Italia.
Con Risso estamos por hacer una para el mercado Francés, porque está terminando Cien Balas y quiere tomarse un año sabático de los norteamericanos. Quiere hacer la historia de cadáver de Eva Perón.
También trabajo con Pablo Túnica, con Lucas Varela, Horacio Domíngues, también para la revista Genios con Gustavo Sala. Esa historia la leen los pibes, los comiqueros no la conocen.

-¿Cómo elige con qué dibujantes trabajar, o es algo que se da solo? Por ejemplo con Mandrafina, que llevan tanto tiempo.

-Y, porque nos divierte trabajar juntos. Hay gente con la que tenés afinidad y gente con la que no. Con Bernet y Mandrafina tengo mucha afinidad, otros fueron pasando y ellos no me extrañan y yo tampoco a ellos. Después aparece gente nueva, como Lucas Varela, o Pablo Túnica. Lucas trabajaba en Clarín y hacía la revista Kapop y coincidió que entré a Genios. En Clarín proponés un dibujante y empieza un expediente a ver si lo toman. Ellos quieren que entre gente pero les cuesta, no quieren que tengan más de 24 colaboraciones por año, hay toda una historia. Yo soy colaborador de Clarín desde hace mil años y no tengo problemas. Lucas estaba trabajando en el diario y empezamos ahí. Después le propuse hacer la de Guastavino para los franceses (El Síndrome Guastavino). Había un empleado que estaba cambiando de editorial y nos dijo que si lo esperaban a que se mude de trabajo se la llevaba a la otra editorial. Se la llevamos a Fierro, les pareció muy fuerte y no la querían publicar. Después no sé quién la vio y dijeron que si.

-Lástima que acá la mayoría de los autores no tiene espacio donde publicar.

-Y, acá no te publican las cosas. Habrá que esperar que mejore la edición de libros. Lo que hay son demasiados editores que usan al autor como variable de ajuste, con lo cual no te quieren pagar adelantos, después no cobrás. Entonces mejor no editarlos y cobrar un poco menos. Hay un montón de editoriales, algunas muy serias y un montón de tipos que son como peligrosos. Después está la tendencia de los autores jóvenes, que me parece lícita, y que cuando yo era un autor inédito hubiera hecho lo mismo, les dan el material sin cobrar. Es una lástima, pero es lo que hay.

-¿Le parece que hoy en día es redituable la historieta en Argentina?

-Creo que para algunos debe ser redituable, porque los editores más o menos instalados te hacen liquidaciones, te las pagan, hacen lo que hace cualquier editor del mundo. Otros desaparecen, es más complicado.

-¿Por qué le parece que no hay más revistas? ¿Se fueron los lectores?

-Nosotros tuvimos una época en Argentina, en los ´50, en que la mitad de las revistas que se vendían eran de historietas. Rayo Rojo, Patoruzito. Tenían un eje, en el cual si vendían menos de 70 mil ejemplares empezaban a dar pérdidas. Yo no sé cómo armaban la ecuación, pero armaban para vender mucho.
Hoy 70 mil no venden ni las revistas de más venta. Hoy la crisis de la historieta es también la crisis de la revista Gente, de Caras. Esas revistas vendían 300 mil ejemplares y hoy venden 40-50 mil, no sé exacto. La lectura bajó al diez por ciento. Los diarios permanecen, es lo único que está funcionando más o menos bien, pero en caída creo. Ahora vas a internet y mirás las noticias.

-¿Se extrañan las revistas de los ´80, que había tanto?

-No, yo no las compraba. No soy de leer muchas historietas. Soy de recibir montañas de libros. Ahora yo compro la Fierro por curiosidad, porque es rara. Por ahí tiene algunas cosas sorprendentes.

- Que buena su serie El Síndrome Guastavino.

-Ah, esa acaba de salir en libro, estamos ternados para un premio en Francia, de la crítica. Viajamos en enero. La edición francesa es distinta a la de Fierro, está adaptada a la medida del libro, tiene menos cuadros por página, son más de cien páginas.

-Ahí castigó lindo al personaje

-Y, pero era una basura, el tipo era un miserable. Era un pobre tipo.

-También es muy buena la que hicieron con Grillo.

-Bueno, nacimos el mismo año y fuimos al mismo colegio público, con lo cual armamos una historia. Jugábamos con que éramos nosotros, como nos veíamos ahora, pero donde los demás no veían como chicos.

-Una historieta suya que me parece que marcó época es Alvar Mayor.

-Si (piensa) estaba bien. De esa tenemos un problema, no tenemos los originales. El editor de acá la publicaba clandestinamente en Europa sin avisarnos. Pero últimamente conseguimos recuperarlo y salió en España e Italia en cuatro tomos y empezó una carrera nueva. Tuvimos que recuperar el material escaneando páginas viejas. Los originales no se guardaban. Cuesta mucho republicar cosas viejas. Por ejemplo, acá quieren republicar Buscavidas y no están los originales. Pero rastrearla y ver quién tiene el soporte es muy complicado. (el lunes, la segunda parte)

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