miércoles, 11 de julio de 2012

ASTROVISTA: CARLOS TRILLO

Primera parte de una entrevista originalmente publicada en el número 27 de la revista Brújula, en 1999.

Ast: ¿Cómo comienza en la profesión?¿Cuándo se encuentra con la historieta?
C.T.: Yo trabajaba en agencias de publicidad, hacia comerciales de televisión y escribía cosas de ese tipo, luego entré a trabajar a Satiricón, una revista que salió en 1972, de enorme suceso en esa época. Comencé a trabajar en la redacción, en parte para escribir para la revista y en parte para manejar el tema de la publicidad y la promoción. Todos trabajábamos de a dos: estaban Guinzburg y Abrevaya, Ulanovsky y Mactas, y también hacíamos un dúo, escribiendo notas de actualidad y de costumbres, Alejandro Dolina y yo. Ahí empecé, era el que en la redacción sabía escribir guiones, porque los había hecho para cine y cine publicitario, entonces me puse a hacer guiones humoristicos, para que los dibujara Pérez D'Elias o Lito Fernández, alguno dibujó Oswal, y no me acuerdo ahora si dibujó alguno Horacio Altuna. A cuento de que sabía hacerlo y me gustaba la historieta. Aparte había leído siempre.

Ast: Había aprendido a hacer guiones por el trabajo publicitario...
C.T El trabajo de la publicidad te obliga a aprender algunas cosas como contarle al director lo que tiene que pasar en una película, y de eso a contarle a un dibujante lo que tiene que dibujar, es más o menos lo mismo.

Ast.: ¿Cuándo empieza a trabajar profesionalmente y de lleno como guionista de historietas?
C.T.: Me gustaron siempre las historietas. Yo había escrito sobre historietas, en una serie de tres libros que publicó el Centro Editor, que tenía enormes ventas en aquel entonces, tenía llegada a los kioscos, hacía libros de divulgación muy económicos. Había hecho tres libros en colaboración con Alberto Bróccoli, un dibujante humorístico que falleció hace unos años. Habíamos hecho uno sobre las historietas, uno sobre humor gráfico y otro sobre el humor escrito, de una colección que se llama “La Historia Popular”. Sobre historietas había escrito incluso en Satiricón.
Después resultó que sabía hacerlas, y me pidió un guión Alberto Breccia, a quien conocí en Satiricón. En ese interín me fui a otra revista que se llamaba Mengano y allí escribí una historieta que el primer episodio, que dibujo Breccia, se llamaba "Un tal Daneri". En Mengano salió una sola de la serie porque Alberto Breccia cobraba muy caro y no podían pagárselo, pero la seguimos porque él enganchó a un editor internacional que se la quería publicar. Simultáneament e, por los humoristas que trabajaban en Mengano, que eran Caloi, Bróccoli, Viuti y unos cuantos más, me
dijeron que el Clarín buscaba una historieta, conocí a Altuna e hicimos "El Loco Chávez". De ahí ya empecé a trabajar casi profesionalmente en esto.

Ast.: En el año 1979 gana un premio muy importante, el Yellow Kid. ¿Le cambia en algo su situación?
C.T.: No, en absoluto. Me enteré seis meses después porque me mandó un telegrama de Italia un amigo, ni siquiera los organizadores me conocían. Un jurado me premió por cosas que estaban saliendo en Italia. En ese entonces salían algunas historietas que yo hacía con Scutti para Skorpio, tipo Alvar Mayor, El Pequeño Rey, que dibujaba García Seijas, alguna cosa de Mandrafina, tal vez, la verdad que no me acuerdo, y de Alberto Breccia. Con él hicimos, no me acuerdo exactamente en qué año, una versión apócrifa de las fábulas famosas. Yo seguí haciendo mi trabajo igual.

Ast.: ¿Aumentaron las ofertas de trabajo?
C.T.: En ese momento no. Al año siguiente viajé a Lucca, donde gané el premio. Una vez que me encontraron, me invitaron y me dieron el premio un año después, y ahí me contacté con editores. Había un italiano que había estado mucho en la Argentina, que sacó en aquel período una revista en Italia que se llamaba L´Etemauta y publiqué mucho en ella, cosas que salían en la revista SuperHum®, que sacaba La Urraca. Estaba haciendo “Las Puertitas del Sr. López" en Hum®, con Altuna, también en Superhum® hice una historieta con Mandrafina, una serie de historias mudas y más cosas que no me acuerdo ahora. Con todo ese material que de alguna manera nos compraban en Buenos Aires empezamos a publicar en Italia con más regularidad. Después siguió la cosa, me pude meter en el mercado francés, entrar un poco en libros y revistas francesas.

Ast: ¿Qué fue la revista Puertitas?
C.T.: Como había desaparecido la posibilidad de vender material acá, y teníamos cosas que estábamos haciendo para editores franceses, italianos o españoles, decidimos sacarla sólo para que la vieran los amigos. Nos fue muy mal con Puertitas, terminó a la par, no era un revista que diera pérdida hasta el final, entonces la cerramos porque no estábamos en condiciones de perder dinero. Yo era el director, pero en realidad juntaba el material y hacía ese tipo de cosas.

Ast: Usted trabajó con dibujantes muy importantes. Cuando hace un guión, ¿tiene en mente al dibujante que lo va a ilustrar?
C.T.: Sí, siempre uno sabe con quién trabaja. Es un ida y vuelta. Si vos hacés un guión y lo mandás, de alguna manera el dibujo, a su vez, te inspira cosas nuevas. Por ejemplo, ves un personaje y decís “qué lindo, yo lo pensaba por dos números pero lo voy a hacer durar más porque me gusta!”. Tiene que ver el dibujante, tiene que ver el tema; hacer un western con Juan Giménez no tiene mucho gollete, no porque lo vaya a hacer mal, sino porque sería un desperdicio ponerte con un dibujante fantástico a hacer una historia realista.

Ast: ¿Hay algún dibujante con el que se haya sentido especialmente cómodo para trabajar?
C.T.: Hay varios con los que yo disfruto trabajando. Con Mandrafina siempre salen las cosas muy bien, con Bernet salen muy bien, con Meglia, con Risso salen cosas buenas, cosas en las que te reconocés. Por ahí hay dibujantes que son buenos y están más lejos, en su propio mundo, con lo cual ellos están en un mundo y vos en otro, entonces no hay tanta interrelación aunque algunos son notables.

Ast.: ¿Hay algún guionista que haya ejercido especial influencia sobre usted?
C.T.: En Italia una vez me preguntaron, y me sorprendió mucho, si me daba cuenta de la influencia que tenía el que hacía los guiones del Pato Donald en la década del cincuenta, hacía los guiones y los dibujaba. Era una maravilla ese tipo, tenía una locura...
Por ahí Oesterheld, uno ha crecido leyendo sus historietas, El Etemauta, El Sargento Kirk, Sherlock Time, cosas memorables para nosotros, afectivamente, aparte de su calidad, cosas que te entran porque te hacen sentir.

Ast: ¿Qué guionistas cree que dejaron una marca importante dentro de la historia de la historieta argentina?
C.T.: Oesterheld, no creo que haya otro, sin duda.

Ast.: La historieta se compone de dos partes: el guión y el dibujo, ¿qué peso le asigna a cada uno de ellas?
C.T.: Si las dos cosas están bien, va a salir bien. Me parece que tiene que estar bien hecho el dibujo, bien hecho el guión y además haber algún lugar en donde los dos que configuran la cosa se entiendan bien y estén de acuerdo en lo que están haciendo.

AsL: ¿Entonces en una historieta buena tienen un peso equiparable?
C.T.: Supongo que sí. Nunca me puse a pensarlo, pero creo que sí. Si la historia le llega a la gente, la conmueve. Hay un editor italiano con el que yo suelo hacer algunas cosas, que dice que en una buena historieta se ríe, se llora, se coge y se muere, entonces está todo bien. Si pasan esas cosas que pasan en la vida, está todo bien. (Mañana, la segunda parte)

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