miércoles, 18 de julio de 2012

LA DOBLE VIDA DE MIRANDA, por Andrés Valenzuela

Hasta cierto punto de la historia, cuánto más le explican a la protagonista lo que está pasando, ella menos entiende. Y menos quiere entender. Por eso Miranda interrumpe mucho a sus interlocutores, los manda a cagar, se escapa y se desarma de miedo. Y el lector está casi indefenso ante sus desplantes, porque es esa mujercita atildada y correcta hasta la exasperación la que lo guía por un thriller psicológico denso pero, en el fondo, sencillo. Porque eso es Sasha despierta, la última obra completa publicada por Carlos Trillo en Argentina antes de su partida. Un thriller psicológico bravo, con un caso severo de doble personalidad y… bueno, y otras cosas más que no se pueden contar sin revelar para dónde va la trama.
Más allá de los detalles morbosos, Sasha despierta es una historia sencilla. Al punto que no se puede revelar mucho de la trama, sin convertir la reseña en una gran sopa fría. Sin embargo, no es una historieta fácil de leer. Cuando Fierro publicó las páginas dibujadas por Lucas Varela, era difícil seguirle el tranco a la historia. Trillo exige mucha atención a los detalles y, claro, en el libro es mucho más fácil volver las hojas atrás que en numerosas revistas. Su edición en libro era imprescindible para quienes se habían quedado con ganas de más Miranda y su alter ego, la estrella del porno-villero Sasha.
¿De qué trata la historia? Miranda Vidal tiene doble personalidad. De día ilustra libros infantiles anodinos. De noche es Sasha. Miranda tiene un hermano y un padre a los que ya no ve (por diferentes motivos, que mejor dejar al lector descubrir) y un mundo ordenadito, que desbarranca cuando un detective chino empieza a seguirla y le revela una trama de porno snuff, violaciones y asesinatos que la involucran.
Esta propuesta está mediada por varios personajes secundarios bien armados. Dos o tres son importantes. Muchos son simple relleno y otros varios casi no aparecen, pero se los menciona mucho. Quizás esto también dificultaba la lectura como publicación periódica. Entre los importantes destacan el detective chino (con su ex novia psicótica), la directora de cine porno que está a un paso del fundido a negro y la psicóloga confabulada.
Trillo resuelve bien cada una de las subtramas que plantea en las primeras 25 o 30 páginas del libro. Pero lo hace dentro de la lógica que propone la novela, que supone aceptar el poderío de la personalidad más “deshinibida” del personaje. Claro, el lector no puede dejar de preguntarse cuántas horas tiene el día de Miranda/Sasha, pero si se acepta que entre una escena y la otra no hay inmediatez, la propuesta se vuelve mucho más sólida.
El dibujo de Varela, por otro lado, es impecable. En la gestualidad de los personajes el dibujante se luce y en ocasiones se va de su estilo “semi-funny” habitual para adentrarse a fondo en el terreno de la caricatura (se atisban algunas referencias al manga). En una crítica anterior de Cuadritos se consignaban algunos problemas con ciertos encuadres. La clave, nuevamente, pasaba por la lectura que exige la historia. Cuando queda claro cómo se están contando las cosas, esos encuadres sí cobran sentido.
Finalmente, hay un buen trabajo de ambiente, aunque como contó en su entrevista con este sitio, el dibujante la tuvo fácil: El bar de encuentro de los personajes es el mismo en el que él se juntaba a trabajar con su compañero. En esta categoría también destaca el coloreado, que es prácticamente monocromático, sobre una gama de rojizos/salmones.

Publicado originalmente en el blog Cuadritos, el 27/03/2012.

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