viernes, 24 de agosto de 2012

EL PEREGRINO DE LAS ESTRELLAS, por Gabriel Zárate

Publicada originalmente en la revista Skorpio de Editorial Record a partir de 1979, con guión de Carlos Trillo y dibujos de Enrique Breccia, El Peregrino de las Estrellas es la segunda colaboración de este dúo de afamados historietistas.
Un bergantín inglés en el siglo XVIII, cuya tripulación está a punto de amotinarse, cegados de ambición y codicia por la preciosa carga de metal dorado de la nave, es el preámbulo de la fantástica historia. El Peregrino en su trayecto marítimo luego de atravesar un misterioso banco de niebla, se encuentra ante un gigantesco agujero en el mar y es atraído hacia él; nada pueden hacer los desesperados marineros para evitarlo. La tripulación opta por salvarse abandonando en botes el navío, sin agua ni comida pero llevándose íntegro el valioso cargamento de oro. Todos menos el capitán Harris Conrad, el veterano marinero Jonah y el joven grumete O’Flagherty, que deciden quedarse a bordo y morir junto con su barco.
La nave se sumerge en el agujero de horror y cae en otra dimensión, en un planetoide. Sus tripulantes sobreviven al impacto y tras salvar la vida de un extraño ser, este en compensación les proporciona una flauta con poderes, un generador de energía que le permite al bergantín, envuelto por una burbuja protectora, navegar por el espacio cósmico. Así empieza la increíble travesía del Peregrino por un infinito mar intergaláctico, visitando planetas inauditos, explorando extraños universos, presenciando sucesos insólitos y afrontando peligros de fantasía, terror y ensueño.
Esta narración de ciencia-ficción, implica una compleja fusión del relato decimonónico británico de heroicos viajes marinos a tierras exóticas, con tópicos del cuento mágico infantil poblado de hadas y duendes. Sumado a la atmósfera metafórica de los duros años de la represión militar argentina, que cifradamente se transmiten en la resignada tristeza y el sumiso silencio. Todo ello plasmado en un trazo poético de Enrique Breccia, de una belleza expresiva que denota una subyugada melancolía y un plástico desconsuelo.
Aparte, las aventuras del Peregrino y sus tripulantes encierran una fábula de reflexión moral en las diversas descripciones de extravagantes mundos, de surrealista similitud con el nuestro. Un ente que transformándose en una hermosa y cautivante mujer revive el mito de las sirenas capaces de seducir a los hombres de mar. Unos mandriles antropomorfos cuyo aprendizaje del dominio de las armas despierta el hambre por el poder y los conduce a la lucha fraticida. Un mundo habitado por hadas y ogros similares a los relatados a los niños antes de dormir. Un planetoide semejante a un monstruo marino que intenta devorarlos. Son los viejos e inagotables temas reelaborados una vez más, que encierran parábolas sobre el carácter problemático, emocional e incomprensible del hombre. Como la afligida vigencia del fatídico amor del capitán Conrad por una mujer muerta diez años atrás.
En su azaroso trayecto espacial, el anciano y legendario mago Merlín, es rescatado e incorporado a la tripulación reafirmando la tradición anglosajona de la historia. Su presencia proporciona una cuota de sabiduría, misterio, hechizo y humor, como cuando incrusta un par de alas voladoras en Jonah. La acumulada sapiencia de años lo convierte en el nuevo líder de la nave, reforzando la visión mágica y fabulosa del universo encantado, donde El Peregrino surca entre las estrellas del cosmos un viaje fantástico e inacabable, sin un puerto final, con persistente rumbo hacia lo desconocido

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