domingo, 19 de agosto de 2012

TRILLO, DOMINGUES Y LAS HADAS MECÁNICAS, por Andrés Valenzuela

El mundo de las hadas no es amable, no está exento de la corrupción y tiene tantos vicios como el nuestro. Eso lo saben los lectores de Fables y de Return to Wonderland, tanto como quienes juegan Changeling. Hace algunos ya, el guionista argentino Carlos Trillo tuvo su incursión en el universo feérico. De la excursión volvió con una fábula sobre la naturaleza de las criaturas y un dibujante: Horacio Domingues.
De la combinación surgió La Mauvaise Feé, que tras pasar por Francia e Italia se publica en nuestro país como Boggart, el título original que el guionista quería ponerle al álbum. Si de categorías se trata, clasificar el libro editado por Historieteca dentro de un género es relativamente sencillo: es un policial ambientado en el mundo de las hadas. La trama gira en torno a una serie de asesinatos que están acabando con las Gwenhwyfar, unas diminutas hadillas de cuyas alas sale un polvo mágico que inspira a los hombres y pone en movimiento las invenciones feéricas.
Como se puede ver, ya desde el planteo Trillo construye una relación de tensión entre un mundo y otro. Hay dos universos necesariamente relacionados (sus actividades con los humanos y sus fantasías sustentan la economía de la gente pequeña), intereses cruzados y un recurso que se puede agotar con la matanza genocida de una especie. En ese contexto, la Dama del Lago (la misma de la leyenda del Rey Arturo), regente de su pueblo, convoca al Boggart, con la esperanza de que su talento para resolver problemas en los que su propio ingenio lo metió le permita detener al asesino.
Entonces empiezan a entrelazarse algunos de los elementos formales más interesantes de Boggart. En el relato, cada tipo de hada se comporta de un determinado modo. Aunque los personajes pueden tener aristas variadas, como especie los faeries de Trillo son criaturas bidimensionales que no pueden actuar más que según su naturaleza, sin lugar para el desarrollo personal o la sorpresa.
Este modo de abordarlos es, sin embargo, especialmente efectivo en un relato policial, que siempre depende de la estructura de resolución del misterio, que incluye ineludiblemente móviles claros para el crimen, métodos, circunstancias y un sin fin de detalles casi de recetario. El impulso de la naturaleza es particularmente útil al guión puesto que consigue que cada personaje funcione como el engranaje de una máquina y encaje con los demás. De este modo activan la máquina narrativa.
El relato de Boggart funciona a modo de secuencia deductiva y el protagonista lleva la lógica proposicional hasta las últimas consecuencias. No sorprende, entonces, que los autores elijan incluir unas páginas a modo de introducción en las que presentan a los personajes, las especies de hadas a las que pertenecen y cuáles son sus características típicas. En este sentido, el trabajo de Trillo es prácticamente de manual.
La tarea de Domingues, en tanto, es gráficamente superlativa, destacando en resolución estética, diseños de personajes y cintura estilística.
El grueso del libro está dominado por una estética cartoon muy subida de tono (por si a esta altua de la reseña hiciese falta: Boggart no es un título para niños, aunque tenga hadas en su contenido), aunque en distintos pasajes salta a dibujos más suaves coloreados con acuarelas de tonos pastel y en la introducción prefiere los bocetos a lápiz rabioso. Con inteligencia, Domingues construye un mundo feérico vibrante y coherente, al tiempo que plasma en los personajes la naturaleza que cada uno de ellos guarda.
He ahí otro punto formidable de su trabajo. Desde el panzón boggart hasta las hadas más trash del reino, todas resultan de un modo u otro atractivas. Desde las que sobrevuelan las flores como libélulas gordas y desnudas hasta las que se bañan como neo-hippies en los charcos del bosque. Desde las que se liberan en una orgía bacanal hasta el orco repelente que disfruta enchastrarse con cuanta asquerosidad encuentra. Todas tienen un sello distintivo y transmiten la sensación de formar parte plena del universo que habitan.
Sin ser la nueva maravilla de la historieta argentina, ciertamente Boggart es un buen relato, sólido, narrado con mucho oficio, sobrada solvencia y -sobre todo- dibujado con excelencia.

Publicado originalmente en el blog Cuadritos, el 27/4/2010.

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