sábado, 27 de octubre de 2012

LO TOLERABLE. POLÍTICA, SEXO Y HUMOR EN EL SÍNDROME GUASTAVINO, por Lucas Martín

Este trabajo forma parte de una Tesina de grado (en desarrollo) para la carrera de Comunicación Social de la UBA, dirigida por Laura Vazquez. Fue presentado en el II Congreso Internacional de Historietas Viñetas Serias.

Introducción
En noviembre de 2006 salió el número 1 de FIERRO. La historieta argentina. Publicada por Ed. La Página S.A., propietario del matutino Página/12, la revista la dirigía Juan Sasturain, quien había sido el primer jefe de redacción de FIERRO. Historietas para sobrevivientes. En agosto de 2007, en el número 10 de la revista, se editaba el primer capítulo de El Síndrome Guastavino, escrita por Carlos Trillo y dibujada por Lucas Varela. El último capítulo se imprimió en abril de 2008. En agosto de 2009, se editó como comic-book por Ed. Sudamericana/Random House- Mondadori. En octubre de ese año, con motivo del especial por los 3 años de FIERRO, se publicó una plancha con una mini historia inédita de los personajes. Este trabajo se detendrá en esa historieta, una obra destacada dentro de lo publicado en la revista FIERRO.
El Síndrome Guastavino impactaba ya en su comienzo al presentarnos este personaje de apariencia gris, miserable y cruel, que mataba de hambre a su mamá para poder comprar una muñeca de la que estaba locamente enamorado. Esto escribe Juan Sasturain en el prólogo a la edición de 2009, titulado “Guastavino o lo intolerable”:

[…] la terrible historia de Carlos Trillo y el dibujo incisivo de Lucas Varela constituían una combinación demasiado fuerte para mí, un confeso conservador ablandado, con el umbral cada vez más bajo para cierto tipo de violencias, ciertas explicitudes. Simplemente, no la pude (no la quise) soportar.

Al principio, esta idea de “lo intolerable” me convenció, pero luego comencé a pensar que no era tan así. Personalmente no me considero un “conservador ablandado” y la historieta no me impactaba por su crudeza o violencia, sino por el talento desplegado en ella para hablar de un ambiente cultural, político y social particular. Por la presentación de personajes y tramas dramáticas originales y atractivas, por el uso del humor negro y la parodia para contar una historia con inteligencia y sensibilidad. En este sentido, la idea que guía la ponencia es que El Síndrome Guastavino presenta el mundo de lo -cada vez más- tolerable.

Los Autores

Luego de la lectura intensiva y extensa, habiendo detectado las alusiones políticas, el juego humorístico, las influencias detectables y los puntos de contactos con obras conocidas, le siguió (y acompañó) la certeza de que en los autores está el secreto del misterio.
Carlos Trillo, guionista de historietas con casi cuarenta años en el campo. Prolífico, autor de muchas obras que lograron reconocimiento, uno de los pocos que logró instalar personajes por fuera del público especializado: “El loco Chávez” (desde la contrapa de Clarín) y López de “Las puertitas del Sr. López”; “Cybersix” y “Alvar Mayor” entre los lectores habituales de historietas, por nombrar solo algunos. Al entrar en la trayectoria de Trillo, los títulos se nos hacen inabarcables. Escribió dentro de muchos géneros: erotismo (“Cicca”, junto a Jordi Bernet), ciencia ficción (“Custer”, con el mismo Bernet), policial (“Spaghetti Bross” con Mandrafina), costumbrismo de aventuras (“El Negro Blanco”, con García Seijas), historieta infantil (para García Ferré como “Antifaz” y “SuperHijitus”; o “Ele, el elefante”, con Lucas Varela y Eduardo Maicas). Esta diversidad se corresponde con la amplitud de sus lecturas y consumos: cine, literatura, historietas. Así lo expresa en sus entrevistas, las referencias son miles, y cada una de acuerdo a la época. De Trillo se puede esperar cualquier cosa, y a la vez podríamos presentir de qué se tratará lo que se viene. Así, en 2007, Trillo preanunciaba lo siguiente: “Creo que ha llegado el momento de mostrar a esos personajes siniestros que nunca pudimos poner en las tiras de los diarios, esos seres egoístas, rastreros, capaces de bajezas sin límites para beneficiarse”. (Barrero; Mora Bordel: 2007).
Lucas Varela, dibujante. Con un recorrido generacional diferente y una producción lógicamente menos prolífica que la de Trillo, su obra también es variada: desde ilustraciones para revistas y tapas de discos, a historietas de propia autoría, revistas inconseguibles (Kapop) o trabajo con otros guionistas. Varela se formó como dibujante en la carrera de Diseño Gráfico y a partir de múltiples influencias culturales, con predominancia de la historieta (en sus entrevistas enumera autores y dibujantes de todo el mundo). Su trazo es reconocible por un estilo y uso del color cercano al dibujo animado. En las obras de su autoría hace gala de un negro sentido del humor (su historia de “Donald King” en Estupefacto -una colección de historietas de su autoría- como un ejemplo perfecto) y del cinismo (su personaje Paolo Pinoccio). Al respecto, dice Varela: “creo que el humor es una herramienta muy útil para reflexionar sobre el absurdo de la existencia” (Berone, 2009). Y dice Trillo de Varela: “de estilo detallista y cerrado, pero de ideas abiertas como pocas veces había visto”.

Política, sexo y humor

Sobre su obra como dupla, El Síndrome Guastavino, haré un análisis cruzado por tres tópicos que me parecen interesantes para pensar un determinado estado de situación: política, sexo y humor. Creo que en las formas y los contenidos que les demos, se juega buena parte del carácter de una época, una sociedad y –en este caso- una obra. Esta ponencia carga la intención de extender esta matriz de análisis a un corpus mayor de historietas (como parte de la Tesina de Grado de la carrera Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires), y a una exploración de época (los años 2000 en Argentina -y el mundo-) inevitablemente compleja. Es por eso que el desafío impuesto es el de lograr verosimilitud y creatividad en el desarrollo de las ideas, por un lado, y atisbo de líneas de investigación por otro. Advierto, estas categorías no son estancas, se cruzan y articulan entre sí, pero sostenerlas me permite ordenar la exposición de las ideas.

Política
A finales de 2001 estalla en el país la mayor crisis política y social desde la vuelta de la democracia, con su consecuente inestabilidad en los órdenes de lo público y lo privado y con un efecto devastador entre los sectores de la población más vulnerables. Durante la presidencia de Eduardo Duhalde se rompe la paridad cambiaria con el dólar, el peso se devalúa y se atisba la recuperación económica. En 2003 es electo presidente Néstor Kirchner, y bajo su mandato ejecutivo se llevan a adelante medidas que se vinculan a la obra analizada.
Ese mismo año, el Congreso Nacional declara la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y en junio de 2005 la Corte Suprema de Justicia declara la inconstitucionalidad, sentando la jurisprudencia necesaria para iniciar juicios contra represores. Ambas medidas fueron consideradas como logros del gobierno de Néstor Kirchner. Quién también generó un fuerte impacto simbólico al ordenar el retiro de los cuadros de los generales Videla y Bignone de la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESMA), la cual luego se reconvirtió en Espacio para la Memoria. Medidas como estas lograron que el nuevo presidente obtuviera una base de adhesión importante dentro de sectores de “centro y centro-izquierda” que veían reivindicadas demandas históricas. Podríamos identificar a algunos de esos actores: Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, personajes de la cultura y parte del periodismo que representa el diario Pagina/12. El matutino se convirtió en un defensor de las políticas del nuevo gobierno, que levantaba banderas comunes como el anti menemismo, la defensa de los DD.HH, una identidad “nacional & popular” y la idea de una “Patria Grande”. En este caldo de cultivo, surge el proyecto de relanzar la FIERRO. Con el diario como respaldo (en la publicación, distribución y exhibición) y con el Gobierno Nacional como sponsor, la revista vuelve a ver la luz.
Estas condiciones nos permiten suponer que, incluso dentro de un ambiente de libertad artística y creativa –propio de la FIERRO como concepto, y de un director como Juan Sasturain-, las historias a publicar probablemente serán afines en espíritu a las ideas progresistas que defienden desde el periódico que da cabida y el Gobierno que sustenta. No es rara entonces la aparición de El Síndrome Guastavino, una historieta que habla de la violencia de la Dictadura, que pone en el tapete la brutalidad de sus acciones y sus profundas secuelas: “esquirlas de la peor locura han ido quedando en demasiadas cabezas compatriotas”, como escribió Trillo en el texto que acompañó el último capítulo. Y la historia carga sus tintas de colores sobre esos conciudadanos, los hombres “de pro”, como dice la anciana pituca que corteja Elvio, que aún hoy defienden a capa y espada la tarea de los “héroes” que nos salvaron del atentado a los cimientos católicos, apostólicos y romanos de la Argentina. (el lunes, la segunda parte)

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